(TIMON LEPIDUS, LACERTA LEPIDA)
El lagarto ocelado es omnívoro y muy voraz. Se alimenta de insectos grandes (sobre todo coleópteros y saltamontes), arácnidos, gusanos, pequeños mamíferos, huevos de aves, pollos, otros lagartos y lagartijas, etc. No le hace ascos a algunos frutos, sobre todo si son dulces. Hiberna de noviembre a febrero en madrigueras abiertas en el suelo o bajo la maraña. Cuando despierta de su letargo, se mueve exclusivamente durante el día, buscando el sol. Soporta muy bien los grandes calores; consigue estar más refrigerado desplazándose únicamente sobre las cuatro patas y levantando la cola. De esta forma también es capaz de correr muy rápidamente. A pesar de su corpulencia, es muy ágil no solamente a la hora de desplazarse sobre el suelo, sino también para trepar. Esta habilidad lo salva en no pocas ocasiones de sus depredadores, de los que huye trepando velozmente por los troncos de los árboles. Otra estrategia para librarse de convertirse en comida es simplemente soltar la cola en las garras de su cazador gracias a un punto existente entre las vértebras que puede romper rápidamente. Esta automutilación no es peligrosa para el lagarto, que es capaz de hacer crecer otra cola. Pero no usa sólo técnicas defensivas; también muerde con mucha fuerza a sus atacantes y no suelta fácilmente. Los árboles, además de para huir, también les sirven de refugio, ya que se resguardan en huecos de los troncos. Además los más grandes pueden ocupar antiguas madrigueras de conejos. Las parejas de lagartos ocelados permanecen unidas todo el año y son muy territoriales. Para defender estos territorios, que son extensos, los machos pelean con frecuencia durante la primavera, aunque sin mayores consecuencias. Los coitos son también violentos; el macho y la hembra se muerden mutuamente. A partir de abril, pero sobre todo en junio la hembra excava un nido y hace la puesta, que consta de 17 a 20 huevos. Después de tres a cinco meses, entre septiembre y octubre, tiene lugar la eclosión. Las crías tardarán tres o cuatro años en alcanzar la madurez sexual y empezar a su vez a reproducirse. Es también el mayor lagarto europeo; mide normalmente unos 60 cm pero puede alcanzar los 90 cm. Se caracteriza por su corpulencia y aspecto macizo. Su cabeza es ancha y triangular, más grande en los machos que en las hembras. Su coloración es variable: el dorso puede ir del pardo al verde, incluso moteado, aunque generalmente dominan los tonos verdosos claros con abundantes marcas negras. Sus costados están adornados con dos o tres hileras de manchas azules llamadas “ocelos” o “lepidos” (que significa “escamas”). Estas manchas redondeadas son también más grandes en los machos que en las hembras. Los jóvenes sin embargo son verdinegros o verde oliva con manchas blancas o amarillo claro bordeadas de negro dispuestas transversalmente; en los flancos pueden tener también ocelos azules. La zona ventral es amarillenta o amarillo verdoso y la cola a veces es rojiza, lo que puede indicar una regeneración de la misma.
Javier Sánchez-Rubio Llamas
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