El ‘bufo’ un género de anfibios anuros de la familia de sapos Bufonidae. (‘Bufo bufo’), que Incluye 17 especies, viven en secano y en busca de lugares húmedos para procrear, e hibernan bajo tierra en las temporadas más frías e inclementes del año. Todos los miembros de la familia Bufonidae, carecen de cola y dientes, y tienen pupilas horizontales. Su piel es gruesa, seca y verrugosa. Su alimento básico son insectos, aunque también puede alimentarse de otros animales de inferior tamaño como renacuajos, crías de reptiles o de ratones. Detrás de sus ojos, tienen unas estructuras parecidas a una verruga, que son las glándulas parótidas, unas “agallas” únicas que distinguen a los sapos del resto de los demás anuros. Segregan una sustancia láctea alcaloide, grasosa y venenosa que actúa como una neurotoxina y como elemento disuasorio ante los depredadores. El manejo de los sapos no es tan peligroso (en contra muchas creencias populares); aunque el veneno de la mayoría de todos los sapos, contiene bufotoxina, que en grandes dosis puede ser comprometido para cualquier animal grande o persona. Los accidentes provocados por la ingestión de bufotoxina, sustancia irritante que se encuentra en las glándulas parótidas de este anfibio, pueden causar problemas serios, concretamente es el caso más habitual en animales domésticos como perros y gatos, pues la fauna depredadora salvaje, por legado genético, sabe muy bien que no debe tocarlos. Los síntomas, que aparecen pocos minutos después de ingerir el veneno (que normalmente se ingiere al comerse al animal) son irritación, seguida de hipersensibilidad. La exposición continua a la toxina de estos sapos puede provocar anormalidades cardiacas u otros síntomas son ansias, depresión, debilidad, opresión pulmonar, paro cardiaco y convulsiones. También pueden presentarse mareos, diarreas y vómitos. Los síntomas cardiovasculares pueden causar la muerte del animal que ingiera la toxina, si no se le proporciona el tratamiento adecuado a tiempo. Otro método de retraer al depredador, es que pueden inflar su cuerpo doblando casi su tamaño cuando estos se sienten amenazados. Los machos son usualmente más pequeños que las hembras y estos poseen el órgano de ‘Bidder’, un ovario incompleto junto a los testículos que, en caso de ser eliminados sus testículos, el bufónido cambiará de sexo y en un par de semanas, ese ovario producirá óvulos para seguir procreando como hembra. Además, se puede distinguir a los machos de las hembras, no solo por el tamaño inferior, sino porque por lo general, los machos tienen la garganta más oscura. La época del celo es por primavera, que es cuando más se le oye el grave croar nocturno desde las charcas; las puestas de huevos de las hembras siempre son bajo el agua estanca o en arroyos de muy poca corriente, es muy similar al del resto de los anuros o escuerzos tales como las ranas o los anfi biosurodelos como el tritón o gallipato, tal análogo es el desarrollo de sus larvas o batracios, los sapos y ranas esparcen largas ristras de huevos en el interior de una especie de cordón, un conducto alargado de tacto gelatinoso y muy escurridizo, hasta que los embriones germinan eclosionando en forma de renacuajos subacuáticos con branquias, cola y sin patas, que posteriormente irán desarrollándose para adulto bajo el agua evolucionando todo un sistema respiratorio desemejante a base de una mutación de lo más singular para su posterior vida adulta con la aparición ósea de un esqueleto, desarrollo de las cuatro extremidades y la pérdida de la cola, así como un nuevo sistema respiratorio exclusivamente pulmonar y continuar su subsistencia en el exterior en condición de animal terrestre. Sus depredadores más habituales suelen ser las aves acuáticas zancudas, como la garza o la cigüeña, o la inofensiva culebra de agua dulce más común europea como la natrix.
Javier Sánchez-Rubio Llamas
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