PREFERENTES • AHORRAR E INVERTIR
La actitud cómoda y fácil (en términos políticos a esta actitud se la conoce como oportunista, populista y demagógica) usualmente adoptada en términos individuales o sociales –colectivos varios– ante un conflicto entre partes cuando solo se tiene información de lo que ha ocurrido y ningún o casi ningún conocimiento serio y solvente de lo que ha sucedido, es tomar partido o parte por el débil. Pero cuando el débil es muy débil y el poderoso muy poderoso el partido tomado se suele convertir en pasión o apasionamiento. Ya no interesa saber lo que ha ocurrido entre las partes. Se condena al poderoso sin juicio previo y el asunto, insisto sin juicio, queda visto para sentencia. Esto es, en mi opinión, lo que ha sucedido en nuestro país con los títulos preferentes. Lo que pretendo con este artículo es proporcionales a ustedes los instrumentos económicos mínimo-necesarios para que puedan opinar, no solo con información, sino con un poco de conocimiento acerca del desagradable y lamentable caso relacionado con lo que se ha denominado “Las preferentes”. Voy a presentarles tres definiciones de los tres conceptos básicos a tener siempre en cuenta. Como definiciones que son, son objetivas, no expresan ninguna opinión particular. No son exactamente literales porque he tratado de que sean lo más asequibles posible a todos los lectores. Por supuesto que sus conceptos esenciales son inequívocos. CONTRATO DE DEPÓSITO.- El contrato de depósito es un contrato de buena fe por el que una persona –depositante– entrega a otra –depositario– una cosa mueble, para que la guarde, custodie y se la restituya en cualquier momento que se la pida, es decir el depositante cede la posesión de una cosa al depositario para que se encargue de custodiarla, debiendo éste restituirla cuando el depositante la reclame. Por lo tanto un depósito es la colocación de algo de valor bajo la custodia de una persona o entidad. AHORRAR.- Ahorrar es el proceso de guardar dinero hoy antes que gastarlo, para tenerlo cuando lo necesite más adelante. O sea posponer el consumo presente al consumo futuro. Cuando se deposita dinero en cuentas de ahorros, cuentas corrientes y certificados de depósito (CD) –depósitos a plazo– en un banco, caja o cooperativa de crédito, sus depósitos están asegurados por el Fondo de garantía de depósitos (FDG) y por el Banco de España (BE) como prestamista de última instancia. INVERTIR.- Invertir es lo que se hace con el dinero previamente ahorrado para hacerlo crecer como consecuencia de pretender (legítimamente) obtener una rentabilidad mayor, en definitiva, conseguir mayores beneficios. La Inversión puede ofrecer y de hecho ofrece más opciones de beneficios que el dinero ahorrado y mantenido en una entidad de depósito, pero también conlleva más oportunidades de perder, total o parcialmente, ese dinero invertido. No existe inversión sin riesgo. El concepto de inversión siempre lleva asociado el concepto y la idea de riesgo. Una inversión segura al cien por cien no existe El ahorro, tal como lo hemos definido no conlleva riesgos. De hecho cuando invertimos en productos como acciones, bonos, fondos mutuos y bienes reales, estas inversiones no están aseguradas por el Fondo de garantía de depósitos ni por el Bando de España. Cuando retiramos nuestro dinero de las entidades de depósito y lo invertimos en activos financieros y/o reales (las dichosas hipotecas que son el origen causa de los desahucios) estamos implícitamente renunciando al paraguas protector del FDG y del BE y al mismo tiempo asumiendo íntegramente todos los riesgos posibles derivados de la inversión. Las inversiones se sustentan sobre la base de armonizar tres principios fundamentales, a saber, liquidez, riesgo y rentabilidad. Por motivos de sencillez expositiva y porque no influye en esta exposición, dejamos a un lado la liquidez y nos centramos en la armonía de los conceptos de rentabilidad y riesgo. La idea fundamental es evidente y sobradamente conocida, a mayor riesgo se exige mayor rentabilidad y viceversa, si se quiere más rentabilidad debemos asumir un riesgo mayor. Machaconamente oímos hablar en prácticamente todos medios de la dichosa “prima de riesgo” (mayor rentabilidad para compensar un mayor riesgo), por lo tanto pienso que no merece detenerse más en este asunto. Está suficiente claro. El problema es que no disponemos de un instrumento eficaz que nos permita valorar el riesgo y cuantificarlo. Este es uno de los campos donde más se ha investigado en economía y menos se ha avanzado. Baste recordar como hace muy poco tiempo las empresas de calificación de riesgo (Rating) más importantes del mundo (Moody’s, Standard & Poors, Fitch etc.) llegaron a calificar a empresas financieras con una AAA+, la calificación más alta posible y tan solo un mes después presentaron la quiebra. La “Fatal atracción”, así se llama en economía a la combinación de tipos de cambio fijos con altas tasas de interés que atrae grandes cantidades de capital extranjero a corto plazo, lo que puede provocar una sobrevaloración de la moneda nacional y contribuir a un cuantioso déficit en la cuenta corriente. Esto mismo es lo que les ha ocurrido a la inmensa mayoría de los inversores en Preferentes. Recuerden la fábula de Samaniego “A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron que por golosas murieron presas de patas en él”. Esto no significa llamarles golosos en el sentido peyorativo de la palabra. Probablemente yo mismo en otras circunstancias particulares hubiera procedido de igual manera. Se habla mucho, demasiado, de que la gente ha sido engañada. Esto no es así, podría haber, y de hecho los hay, algunos casos particulares ciertamente lamentables, pero constituyen la excepción. De los 500.000 inversores implicados en este asunto había gente muy capaz y preparada en esta materia. Lo que ocurre es que estos no hablan. La historia de la actividad financiera esta plagada de quiebras de grandes empresas y de ruinas de inversores particulares todos ellos profesionales y grandes expertos en estos asuntos y nunca se han sentido estafados, simplemente se equivocaron. En definitiva y para terminar, los compradores de preferentes han invertido y por lo tanto han asumido un riesgo. Cuando retiraron el dinero de las cuentas de depósito renunciaron a la seguridad a cambio de una mayor rentabilidad, y esto, no siempre sale bien. Acéptenme una sugerencia, cuando les ofrezcan activos financieros que lleven nombres atractivos y sugerentes, de entrada desconfíen, en muchas ocasiones suelen estar envenenados.
Roberto Ferrada Urios