Un lugar donde todo se elabora con pasión, siendo fieles a un método tradicional propio. Donde los artesanos no solo trabajan con las manos, sino también con la imaginación. En el que puede encontrarse un pan diferente. Un pan que se huele, se toca, se escucha, se ve y se saborea. Pero además posee algo que lo distingue: una esencia única, tan solo perceptible por un sexto sentido, que lo hace excepcional. Bienvenido a ese lugar. Bienvenido a Pa Solà. Pa Solà, historia y evolución. El origen de la firma panadera Pa Solà se remonta nada más y nada menos que al 1615. En aquel año se construyó en el municipio de Sant Boi del Lluçanès (Barcelona) la masía Can Solà, que, por ser la primera casa del pueblo, era donde se horneaba el pan para todos los vecinos. Desde entonces siempre ha habido “un Solà panadero”. A lo largo de los siglos, los Solà han trabajado siempre como panaderos, incluso fuera de nuestras fronteras. De hecho, Toni Solà Pla (padre) emigró a Brasil, donde ejerció de lo que más sabía, de panadero. A finales de la década de los sesenta del siglo pasado, Toni Solà Pla decidió regresar a su tierra, Catalunya, más exactamente a Argentona (Barcelona), donde alquiló un horno de pan, que dio origen al negocio actual de Pa Solà. Sólo una década después de abrir su panadería, su hijo, Antoni Solà Pla se incorporó al negocio familiar, continuando así con la saga. La buena fama del pan que hacían los Solà fue extendiéndose poco a poco por el municipio y más allá de la comarca. De hecho, desde bien temprano, los mejores restauradores confiaron en los Solà para la elaboración de “panes a medida”. Cabe destacar el punto de partida en esta historia de unión entre Pa Solà y la restauración. Se remonta a la década de los setenta. El restaurante El Racó d’en Binu (Argentona), uno de los primeros establecimientos españoles en conseguir dos estrellas Michelin, fue uno de los pioneros en el cuidado del pan, por lo que confi ó en los Solà para que le diseñaran los mejores panes. En 1972, en Pa Solà se comenzaron a hornear los primeros panes de formato mini y de sabores para ellos (pan de cebolla, pan de nueces, de sobrasada, de queso, de comino…). El éxito que tuvo aquella primera experiencia hizo que muchos otros restauradores y cocineros de prestigio quisieran también ofrecer en sus mesas el pan que elaboraban los Solà. De hecho, Pa Solà puede vanagloriarse de ser una de las empresas panaderas que ha tenido más clientes “con estrellas Michelin” del mercado. En 2003 se inicia una nueva etapa en la empresa con la llegada de una nueva generación al negocio familiar: se incorporan a él Elsa y Cristina Solà, hijas de Toni Solà Pla (hijo); y un año después, Enric Flo, yerno de Toni Solà. Enric Flo se forma en el arte del pan y convierte este oficio en su gran pasión. De esta forma, Pa Solà mantiene su carácter enteramente familiar, lo que es una de las señas más importantes de su identidad. Los Solà siempre se han distinguido por su dominio del arte panadero (muchos han catalogado, y en no pocas ocasiones, a Toni Solà como “el mejor panadero del mundo”); pero también han destacado y destacan por el trato exquisito y exageradamente personalizado que han mantenido y mantienen con sus clientes. Ésta es una de las claves del éxito de la empresa. La otra, evidentemente, su pan, que se sigue elaborando con métodos artesanales y manuales. En los últimos años, la ilusión y la consideración hacia sus clientes les ha llevado a participar también en numerosos concursos y certámenes, donde el jurado siempre ha sabido valorar el buen hacer de los Solà, auténticos artesanos modernos del pan. Pa Solà hoy. La empresa familiar Pa Solà sigue ubicada hoy día en el municipio barcelonés de Argentona, en la comarca barcelonesa del Maresme. Desde hace unos ocho años abandonaron la venta directa de pan para concentrarse en su cliente procedente del sector hotelero. En sus instalaciones trabajan alrededor de una decena de personas (además de la familia Solà) dedicadas en exclusiva a la elaboración del pan, puesto que se mantienen los procesos artesanales que requieren mayor intervención humana. Tal y como le gusta recordar a Enric Flo, “hacemos el pan a mano –sólo tenemos amasadoras y divisoras–, y trabajamos con masas madre, además cultivamos y fermentamos nuestras propias levaduras, ya que no utilizamos levaduras prensadas –sólo un poco en invierno, por cuestiones de temperatura. Después ofrecemos el pan precocido y congelado, para que el chef acabe de darle su punto y no tenga mermas”. De hecho, Toni Solà siempre ha explicado que el único secreto de sus panes es el mismo que el de los demás: agua, harina, levadura y sal. Pero cabría destacar que, además, sus panes cuentan con arte y tiempo. El arte panadero aprendido generación tras generación y el tiempo que invierten en cada uno de sus panes. Así, la gran mayoría de sus panes tienen cuatro fermentaciones, y algunas piezas cuentan hasta con 36 horas de fermentación. Otra de las claves del pan de Pa Solà es, la utilización de materias primas de primera calidad. En el obrador de Pa Solà se utilizan varios tipos de harinas, desde nacionales, hasta harinas francesas y alemanas, estas últimas son las de las de origen ecológico, las de espelta y las de kamut.
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