La gente que me conoce, coincide en que soy totalmente opuesto a lo que transmite mi obra. Prácticamente todas mis fotos están hechas a unas horas en las que no hay ni un alma por la calle, y eso de alguna forma se ve reflejado. Las exposiciones largas también ayudan, y si usas la climatología como un elemento nostálgico, ya lo tienes todo. Por otro lado, una de las grandes desventajas de trabajar en digital, es que la gente siempre tiende a creer que son efectos hechos con Photoshop, y te encuentras con personas que cuando las ven les surgen dudas del tipo, “¿y ese cielo como que apenas está movido con lo lisito que se ve el agua?” o “¿como consigues que un pato esté quieto durante seis segundos?”. No sé, por qué las nubes a veces van más deprisa o más despacio, soy fotógrafo no meteorólogo. Ni tampoco se, por qué un pato decide no moverse durante seis segundos, supongo que el estar a dos grados bajo cero, o el hacer veinte tomas previas, ayuda a conseguir que el patito no se mueva, pero son sólo suposiciones. Sinceramente me parece que uso técnicas bastante simples, y muy extendidas entre los fotógrafos que trabajan con largas exposiciones, y me parece de una incultura bestial cuando se infravalora una fotografía digital frente a una analógica. Yo he trabajado y trabajo con película, y prometo que miro igual a través del visor de mi Hassel, que del de la Canon 5d que utilizo a día de hoy. Al final, lo que se valora es esa visión personal del fotógrafo y mi ojo es el mismo, independientemente de la cámara que utilice. Las técnicas de revelado y procesado son completamente distintas, pero a la hora de trabajar mis fotos, no hago nada que no pudiera hacer antes en el laboratorio. Desde mi punto de vista, es mil veces más laborioso el trabajo en el cuarto oscuro, pero supongo, que si le pedimos a un fotógrafo que edite una foto digitalmente y que únicamente ha trabajado en analógico durante toda su vida, le va a ser igual de difícil que a cualquier fotógrafo actual meterse en el laboratorio y sacar una copia “decente”. Cada uno vive la época que le toca vivir y yo, a día de hoy, no puedo llegar y plantarme delante de un cliente con seis rollos de película en el bolsillo, porque los tiempos y los acabados, que se requieren hoy en día, no lo permiten. Trabajar con película ha sido para mí, la mayor escuela. Cuando sólo tienes 12 fotos por cada rollo, te esfuerzas en ser más preciso a la hora de medir, en ser más consciente a la hora de la composición y en no hacer fotos “a lo loco”, porque cada “click” vale dinero. Tanto la gente que estudió conmigo, como mis profesores, saben que yo era uno de los mayores defensores del analógico. Durante años no quise saber nada del digital, me monté mi laboratorio de blanco y negro y me hice una cámara de placas de 20x25 para hacer colodión húmedo. Pero, cuando te toca salir a la vida real, no puedes seguir invirtiendo en un mundo que está obsoleto. Me compre una Hasselblad porque era la cámara con la que siempre había soñado y, durante un tiempo, la utilicé para seguir ampliando mi obra personal. Pero la película, el papel, el revelador, el fijador, los viradores, etc. se acaban y, si no obtienes ingresos, de todo esto, no puedes seguir invirtiendo. Ya no digo nada de los precios prohibitivos de una óptica para la Hassel. Al final, mi equipo digital ha ido creciendo y el analógico sólo ha cogido polvo, pero tengo la esperanza de que un día esto sea al revés y poder apagar el monitor y encender de nuevo las luces rojas.