martes, 20 de noviembre de 2012

XOOWMAGAZINE28 P209 #xoownature GREEN ZONE



Empecemos por la creatividad, pues; aquello que todos poseemos pero que tan pocos desarrollan. Mentiría si afirmara que siempre fuí consciente de poseer esta capacidad propia de nuestra especie, aunque, visto lo que vivimos, a menudo tengo mis dudas de que lo sea. Ya de joven intuí que trabajar y tratar con  plantas me aportaría más benefi cios que inconvenientes. Nunca se quejan y te enseñan mucho. A partir de aquí, y con natural fluidez dí el salto hacia la observación del entorno que tan propio debería de ser disfrutarlo entre nosotros, pero que tan extraño se nos presenta; bosques y caminos perdidos, desfiladeros y cimas que rozan las nubes, acantilados infinitos y playas que penetran el mar con su rocosidad indómita, rincones íntimos repletos de helechos y musgos, una rama de almendro en flor. 

Nuestro país es capaz de ofrecernos en conocimiento mucho más de lo que de él estamos dispuestos a servirnos; por no hablar ya del mundo entero, un espacio infinito de conocimiento y sabiduría a nuestro alcance. Y a pesar de ello, lo despreciamos y nos acostumbramos a vivir como parásitos, conformistas de nuestro propio estado de comodidad crónica. Soy consciente que cada día miles y miles de personas invierten todas sus horas de luz y oscuridad en exprimir lo mejor de sí mismas, incapaces de conciliar el sueño, pudiendo crear tantas y tantas cosas nuevas, exclusivas, interesantes y útiles, como la publicación que ahora mismo nos ocupa; y unas cuantas más, con las que tengo el privilegio de compartir espacio y tiempo de creación; gente que me ofrece la posibilidad de trabajar al más alto nivel de exigencia y calidad. La cara mala de la moneda es que aún así no es suficiente, todavía quedan miles de millones de personas que se dedican a parasitar, creyendo vivir su propia vida, ignorantes absolutos de sus auténticas capacidades. Y así me reencuentro yo con las plantas, y todo el mundo que nos rodea. Me acuesto pensando y me levanto pensando, observando y creando. Una piedra besando la orilla de un arroyo, mil golondrinas peinando el viento, aquél helecho creciendo en un lugar imposible, o los laberintos que forman las raíces desnudas del manglar,… 
Pero todo muy real, al fin y al cabo. Todo lo que existe merece ser objeto de estudio y aprendizaje. La naturaleza en toda su magnitud es mi mejor musa, mi máxima inspiración. Y es entonces cuando me dejo poseer por tal sensación y así lo traslado a los paisajes, jardines y espacios que creo, dentro y fuera de fincas, parques, terrazas y cualquier superficie con capacidad de ser transformada. Si me encargan una pared vegetal, me resulta imposible quedarme sólo con el concepto, pues el modelo natural no sólo se compone de plantas. Introduzco microleds, le añado elementos dinámicos y genero sinergias que impliquen mucho más que la mera observación. Por supuesto que también soy capaz de ceñirme al guión cuando me lo piden; pero mis clientes acostumbran a exigir la exclusividad que sólo la creatividad les puede ofrecer. Y este es el tipo de reto que más me gusta, superar siempre las expectativas, exprimir las posibilidades al máximo; y allí donde tenía que ir una plantación de orquídeas, termino por levantar un auténtico arrecife de coral repleto de peces tropicales que hace de ventana entre el baño y el dormitorio. ¿Luces de exterior? Pues hagámoslas como setas hiperreales dando lugar a un espacio de ensueño y fantasía. Una mansión de corte clásico, donde personalizo sus laberintos de setos y creo su invernadero acristalado. En una finca aislada en la montaña, la doto de máxima autonomía y efi ciencia energética. Si me encargan una simple ducha, la imagino orgánica y la manufacturo personalmente concediéndole el derecho a confundirse con la vegetación que la rodea… Nunca me repito. Y si tengo que realizar una cubierta vegetal, pues ya he creado una patente mundial para ajardinar los techos de los autobuses urbanos y así ganar más y más áreas verdes, generando nuevos espacios de confort ambiental que aumenten la sostenibilidad de las metrópolis. Al mismo tiempo, esbozo un proyecto de I+D junto con universidades para trabajar estrategias de aprovechamiento de capacidades vegetales con múltiples campos de aplicación. Y mientras me peleo con el teclado del ordenador, repaso lo escrito porqué tengo en la cabeza la pared vegetal en una piscina desbordante junto al mar, y un macromural vegetal que brille como una constelación en el hall de un hotel. La ebullición constante de la imaginación estimula retroactivamente la capacidad de crear y unir, de fundir y enlazar conceptos y disciplinas que hasta la fecha creía del todo insolubles. Arte y ciencia comparten espacios comunes dentro de un mar infinito de capacidades creativas por descubrir, de donde el mundo vegetal me ofrece la posibilidad de explorar y evolucionar constantemente, a partir de ideas ya conocidas, alcanzando a crear conceptos del todo nuevos, singulares y exclusivos.