Cartas de Álvaro
¡Hola Rubita!
Hace ya una eternidad que no sé de ti. Que no sabes de mí. Todo desaparece cuando tú no estás, pero acabo de recibir un mensaje tuyo y he logrado al fin respirar, para poder seguir navegando con un rumbo, que sin ti no encuentro. Recibir tu aire, ha sido el motivo de la alegría que está ahora conmigo, y que me anima a escribirte hoy una vez más. Decías que has leído mis cartas. Cómo te imagino, sintiendo lo que quiero decirte… Intentando comprender cosas tan difíciles de expresar en un papel, tan fáciles en un beso… Mujer siempre soñada y al fin encontrada…, cuánto me gustaría tenerte y que me tuvieras para ti. Me dices que no sabes bien cómo actuar. No actúes, Rubita: haz. Haz lo que te dicta tu corazón, y que pase lo que está escrito que pasará. Reza para que Dios ayude a tu alma a sentir sin dejar nunca de sentir; así permanecerás viva. Un día, te verás libre y decidirás por ti y tus sentimientos, desde la magia del amor verdadero y sentido. Sentido por ti, sólo por ti, y por quien sientas que lo siente hacia ti. Para conseguirlo, tendrás que sacar esa valentía que sé que llevas contigo y que me enamora tanto cuando la veo fuera, y que me frustra tanto cuando la escondes en tus miedos. Sé valiente, y vive una vida que es breve y única. Vívela con toda la emoción y con todo el coraje. Con toda la alegría, y toda la paz. Con toda la armonía, y todo el sosiego. Con todo el sentimiento y toda la pasión. Con amor… Porque el amor es un tesoro que se encuentra, se reconoce y se cuida toda la vida como lo más íntimo y valioso. Es lo que busco yo. Ojalá lo busques también tú. Ojalá lo encuentres. Ojalá lo encuentre. Porque llegar al amor es la única meta que no se puede conseguir solo. Da igual estar seguro de uno mismo; ser muy valiente o tener todos los dones y gracias que existan en el Universo. Da igual, porque en realidad este amor no es triunfo de una persona. Es un tesoro de dos. El triunfo de dos. Un logro compartido por el que hay que luchar siempre juntos. Algo que sólo me pertenece, si te pertenece también a ti. Algo que sólo puedo sentir, si siento que tú también lo sientes. Siempre que estoy en la mar, percibo algo igual a lo que veo cada vez que miro en el horizonte de tu mirada: el infinito de los sentimientos que necesito compartir contigo. Qué ganas tengo de ver ese horizonte... El de tus ojos encendidos. Alegres. Limpios. Vivos. Verdes. Tuyos…
